En OrthoLite nos encantan los zapatos.
Por supuesto, un gran amor conlleva una gran responsabilidad.
Y desde el primer día, nos hemos planteado el reto de considerar no sólo cómo se fabrican los zapatos y de qué están hechos, sino también qué les ocurre al final de su vida útil. He aquí por qué es importante. La producción mundial de calzado ha aumentado un 21,2% desde 2010.
Con casi 7.800 millones de personas en el mundo, nuestra industria produce ahora más de 20.000 millones de pares de zapatos al año.
OrthoLite se enorgullece de tener plantillas en 550 millones de ellos cada año.
El mercado del calzado deportivo, en concreto, está creciendo exponencialmente y no muestra signos de desaceleración.
Proyecciones actuales
Eso representará un aumento de casi el 100% en nueve años (2016 a 2025).
Celebramos el éxito de nuestros socios de marca, que trabajan tan duro para ofrecer innovaciones y estilos que sus clientes desean.
En esa línea, también somos consumidores descarados cuando se trata de calzado.
En esta época de abundancia para la industria del calzado, la enormidad de nuestro impacto colectivo resulta asombrosamente clara.
Tenemos una responsabilidad inherente con las personas y con el planeta.
Debemos fabricar los componentes del calzado de forma más sostenible, y debemos ocuparnos de lo que ocurre al final de la vida útil de los miles de millones de zapatos que se desechan cada año. Para entender el imperativo, es importante comprender la magnitud del problema. Si la industria del calzado fuera un país, sería el 17º mayor contaminador del mundo. En cuanto al producto, la mayor parte del calzado que se fabrica hoy en día acaba en los vertederos.
Independientemente de su destino final, la inmensa mayoría del calzado no puede reciclarse y nunca se biodegradará.
Además, la mayoría de los plásticos utilizados en el calzado incluyen sustancias químicas persistentes que se filtran a la tierra y los cursos de agua circundantes.
Los fabricantes del sector del calzado podemos (y debemos) mejorar nuestra brújula y nuestro comportamiento medioambientales de muchas maneras.
Podemos centrarnos en la reducción de residuos, eliminar el uso de sustancias químicas persistentes y tóxicas, y reducir nuestra huella de carbono total, por nombrar sólo algunas.
Todo es importante.
Todo debe hacerse.
Aplaudimos a los muchos fabricantes y fábricas que están dando pasos significativos y positivos hacia operaciones y productos más sostenibles.
Apoyamos su progreso.
Nuestras observaciones no son una condena.
Por el contrario, son una motivación para nosotros mismos -y una invitación a los demás- para avanzar sin descanso en esta dirección por la salud de las personas y del planeta.
Estamos juntos en esto.
Si queremos un cambio revolucionario, tenemos que empezar por el final.
Necesitamos productos que puedan experimentar una biodegradación completa y no tóxica en un plazo razonable.
El camino hacia un futuro más sostenible empieza al final de la vida de un zapato.
Esta es la visión de un medio ambiente más limpio, seguro y saludable.
Creemos que es nuestra responsabilidad como empresa, y como industria, hacerlo realidad urgentemente.
Esta visión representa la evolución de un espíritu de sostenibilidad que ha formado parte del ADN de OrthoLite desde que introdujimos el caucho reutilizado en nuestras primeras plantillas.
En 25 años de negocio, esa ética se ha materializado en más contenido ecológico, instalaciones de producción con cero residuos y fábricas alimentadas con energía solar.
Ha llegado el momento de hacer realidad esta visión.
Es audaz.
Tiene el poder de provocar un cambio positivo a escala mundial.
Y el 1 de marzo de 2022, OrthoLite redefinirá el futuro del calzado sostenible.
